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De encontrar corredores, nieve polvo y estar solos en el parque nacional.

Este fin de semana por fín llegó esas ansiadas condiciones en las que la montaña está estable y había una bonita capa de polvo. Como no podía ser de otra forma decidimos ir a nuestro patio de recreo favorito en el parque nacional de aigüestortes.

El menú en principio era hacer una actividad fuerte el sábado, buscando esquiar algún terreno potente de alta montaña y si cuadraba meter un poco de alpinismo en la ecuación, para ya el domingo tomárselo más de happy riding en el bosque puesto que parecía que iba a entrar el frente.

No acabamos de tener una linea clara, pero decidimos ir a explorar un sector que se vé muy bien desde mi jardín y que lo tenía ya estudiadísimo con los catalejos. Iba a ser un día largo, porque seguramente nos iba a tocar hacer algunas subiditas y bajaditas antes de encontrar los pasos buenos, los collados a seguir, las zonas de acumulación, las zonas más venteadas y decidir que linea haríamos al final. Efectivamente, fue tal cual.

 

Al final fue un día duro con muchas transiciones, unos 1300m de desnivel y 14km, aunque todas las bajadas fueron oro, enlazamos muchas palas de mucha calidad y pudimos hacer un corredor muy estético que aunque un poco escondido dominaba el circo en que nos encontrábamos.

 

Julen estaba ansioso de estrenar sus Atomic de 109, así que no me dejó coger mis Black Crows de 91 que suelo usar para estas actividades y me obligó a llevar los Kufo de 108 y 188. Fort. Aunque el lunes esté siendo un día duro de agujetas, fue la elección correcta.

 

Esa noche nos quedamos a dormir en el refugio de Saboredo, para nuestra sorpresa remontamos lo que nos quedaba del Val de ruda abriendo huella. ¿No había nadie en todo el valle o qué?

Todo estaba precioso y muy cargado de nieve. Curiosamente nos encontramos con el helicóptero que lleva ahí averiado unos cuantos días. Una vez ya en el refugio, comimos en una hora y media las calorías de tres menús, apilamos todas las mantas que había haciendo un especie de iglú y nos fuimos a dormir. Aunque probablemente hacía bajo cero en el refugio porque ni se derritió la nieve de las botas y la que se quedó por el suelo, la verdad es que no pasé nada de frio. De hecho hasta algo de calor.

 

Al día siguiente, casi estabamos deseando que haga un día muy cerrado para hacer algo suavecito e irnos a casa poco a poco, pero nos despertamos con un día increíble y otra capita más de polvo.

 

Como le suelo decir a Julen irónicamente; “no elegimos ser unos riders, sino que lo tenemos por condena”. Así que, aunque un poco a cara perro nos tocó remontar algunas laderas para buscar acumulaciones de polvo. No acertamos con el tiro a la primera, y ni teníamos tanta energía ni tiempo como el día anterior para andar de exploración hasta dar con el caramelito, pero la verdad que a lo tonto nos pusimos morados y hicimos un poco el tonto en los pillows. Para un día que ambicionamos happy riding, creo que lo conseguimos bastante bien.

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